12 agosto 2024 | Arte y cultura
Desde la Belle Époque hasta nuestros días, los edificios de San Sebastián han sido testigos de amores, misterios y glamour digno de la alfombra roja. Si estás en busca de qué visitar en San Sebastián, prepárate para un paseo arquitectónico con un toque de cine clásico.
Inaugurado en 1912, el Teatro Victoria Eugenia es una pieza clave del esplendor cultural de San Sebastián durante la Belle Époque. Este teatro es un monumento a la elegancia, diseñado por el arquitecto Francisco de Urcola en un estilo renacentista español que te hará sentir como si estuvieras en una película de época. Con sus detalles ornamentales y su imponente fachada, es fácil imaginarse a grandes actrices como Greta Garbo o Ava Gardner desfilando por su alfombra roja.
Pero no solo los espectadores se han deleitado aquí. El Victoria Eugenia ha acogido a grandes figuras del cine y del teatro, tanto nacionales como internacionales. ¿Sabías que Pedro Almodóvar presentó aquí una de sus películas en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián? Si las paredes pudieran hablar, te contarían historias de aplausos que resonaron por días.
La Basílica de Santa María del Coro o Basílica de Nuestra Señora del Coro, situada en pleno corazón del Casco Antiguo de San Sebastián, es un testamento a la fe y la arquitectura barroca. Construida en el siglo XVIII sobre una antigua iglesia románica, esta basílica es uno de los edificios más reconocibles y fotografiados de San Sebastián. Su fachada, rica en detalles escultóricos, parece sacada de una película de aventuras como El Nombre de la Rosa, donde el misterio y la historia se entrelazan en cada piedra.
Una de las razones por las que esta basílica es tan especial es porque ha sido testigo y sobreviviente de la historia más turbulenta de la ciudad. En 1813, durante la invasión anglo-portuguesa, San Sebastián sufrió devastadores incendios que arrasaron gran parte de la ciudad, pero la Basílica de Santa María del Coro resistió. Este hecho la convierte no solo en la iglesia más antigua de San Sebastián, sino también en un símbolo de la resiliencia y el espíritu indomable de la ciudad.
Este templo no solo ha sido un lugar de culto, sino también un refugio cultural. ¿Sabías que la basílica ha acogido conciertos de música clásica? Imagina la acústica, las notas de un violín resonando en sus naves mientras la luz del sol entra a raudales por sus vitrales. Si visitas San Sebastián, no puedes perderte la oportunidad de experimentar esta combinación única de espiritualidad y arte. Hasta el mismísimo Alfred Hitchcock pasó por aquí allá por 1958.
El Ayuntamiento de San Sebastián es un edificio que irradia elegancia y poder en partes iguales. Inaugurado en 1897 como un casino, este edificio fue el epicentro de la vida social y cultural durante la Belle Époque. Desde sus balcones se podían observar a caballeros y damas ataviados a la moda, disfrutando de la buena vida al más puro estilo El Gran Gatsby.
Durante la Primera Guerra Mundial, el edificio comenzó a acoger a refugiados políticos europeos. Entre ellos, se rumorea que llegó a alojarse la famosa espía Mata-Hari. Con su presencia, el casino se convirtió en un lugar de encuentro no solo para ricos hacendados que huían de la guerra, sino también para figuras intrigantes que tejían redes de espionaje. Este periodo añadió un toque de misterio y peligro al ya de por sí glamuroso ambiente del casino.
El glamour del casino duró hasta 1924, cuando el juego fue prohibido y el edificio se transformó en la sede del Ayuntamiento.
A pesar de su popularidad, el destino del casino cambió drásticamente cuando, en 1924, se prohibió el juego en España. Este golpe fue decisivo y aceleró su declive. Sin embargo, el edificio no permaneció vacío por mucho tiempo; en 1928 se abrió aquí el Centro de Atracción y Turismo, aunque esta institución se trasladó poco después a un edificio cercano al Hotel María Cristina.
Durante la Belle Époque, el salón de baile del Gran Casino, que hoy alberga las sesiones del Ayuntamiento, fue testigo de fastuosos encuentros. Políticos, escritores y artistas celebraban en este salón grandes fiestas, que reunían a lo más selecto de la burguesía y aristocracia europea que veraneaba en San Sebastián. Era un símbolo de distinción y elegancia, donde las decisiones importantes se mezclaban con el sonido de la música y las risas.
En 1943, los arquitectos Alday y Arizmendi emprendieron la adaptación del antiguo casino para albergar el Ayuntamiento de San Sebastián, que finalmente se trasladó aquí en 1947 desde su ubicación original en la Plaza de la Constitución. Pero no te dejes engañar, la historia de las apuestas y los grandes eventos no se fue del todo. En sus pasillos todavía se siente el eco de las risas, las copas brindando y, quién sabe, quizás el espíritu de algún que otro jugador empedernido.
Durante la Guerra Civil Española, el edificio no escapó a los avatares de la contienda. Fue escenario de enfrentamientos entre las fuerzas republicanas y nacionales, dejando cicatrices que aún pueden verse en su fachada. Si observas con atención, descubrirás agujeros de bala, un sombrío recordatorio de la sangrienta batalla que se libró en sus alrededores.
El Palacio Miramar, con sus toques victorianos y jardines que se asoman a la Bahía de la Concha, parece sacado de un capítulo de Downton Abbey. Construido en 1893 por orden de la reina María Cristina de Habsburgo, este palacio fue la residencia veraniega de la realeza española, lo que convirtió a San Sebastián en un destino de moda para la alta sociedad europea. Pero la historia del lugar se remonta mucho más atrás, ocupando el promontorio donde, ya en el siglo XI, existía un monasterio de San Sebastián que dio nombre a la ciudad.
En 1887, la Reina Regente María Cristina, viuda reciente, pasó su primer verano en San Sebastián con sus hijos, incluyendo al joven Alfonso XIII. Durante su estancia, se alojó en la finca de Aiete, propiedad de la Duquesa Viuda de Bailén, Dolores Collado. Encantada por la ciudad, decidió construir su propia residencia veraniega. Aunque San Sebastián luchaba por convertirse en una de las principales ciudades balnearias de Europa, y la presencia de la corte aseguraría prosperidad, la Reina rechazó la oferta del Ayuntamiento de terrenos gratuitos, prefiriendo no ser una carga para los donostiarras. Eligió en cambio el privilegiado lugar del Pico del Loro, con vistas inigualables, para erigir su Real Casa de Campo. La construcción costó entre 3 y 4 millones de pesetas, fondos de su patrimonio personal que, en su mayoría, beneficiaron a la economía local. Trabajaron entre 400 y 500 obreros, y se utilizaron materiales locales como mármoles de Txoritokieta y Markina, piedra sillar de Igeldo, y carpintería de Orio, junto a otros traídos de lugares como Valladolid, Burgos e Inglaterra.
El diseño del palacio, inspirado en el estilo "cottage inglés" o "Reina Ana", fue obra del prestigioso arquitecto británico Selden Wornum, conocido por sus numerosas mansiones en Inglaterra y Biarritz. La dirección de la obra recayó en el arquitecto donostiarra José Goicoa, con Benito Olasagasti como contratista. A pesar de su carácter regio, la Reina insistió en que el palacio fuera una cómoda villa de campo, sin excesivos lujos, donde pudiera disfrutar de una vida familiar tranquila lejos de las formalidades de la corte en Madrid.
El Palacio Miramar no solo fue un refugio para la familia real, sino también un punto de encuentro para personalidades de todo el mundo, desde Eduardo VII de Inglaterra hasta la reina Amelia de Portugal, y figuras destacadas de la música y el arte. Sin embargo, tras la muerte de María Cristina en 1929, el futuro del palacio se volvió incierto. San Sebastián temió por su prosperidad, ya que el casino había cerrado unos años antes y el palacio, heredado por Alfonso XIII y sus sobrinos, corría el riesgo de ser vendido. Aunque Alfonso XIII declinó la oferta del Ayuntamiento de comprar la propiedad, asegurando que continuaría usándola, solo pudo cumplir esta promesa durante un año, antes de ser exiliado en 1931 con la proclamación de la República.
Después de la Guerra Civil, el palacio fue devuelto a los herederos de Alfonso XIII, aunque cayó en un letargo, interrumpido solo por el breve periodo en que sirvió como internado para el príncipe Juan Carlos y su hermano Alfonso. En 1958, la finca fue dividida, con partes vendidas para la construcción de edificios, lo que alarmó a la ciudadanía. Finalmente, en 1968, el Palacio Miramar fue declarado Monumento Histórico-Artístico, protegiéndolo de futuros desarrollos inmobiliarios. Cuatro años después, la ciudad compró la propiedad y abrió sus jardines al público.
Hoy en día, el Palacio Miramar sigue siendo uno de los edificios más representativos de la Belle Époque donostiarra.
El Hotel María Cristina es sinónimo de glamour y elegancia. Inaugurado en 1912, el mismo año que el Teatro Victoria Eugenia, este hotel ha sido desde sus inicios un punto de encuentro para la élite mundial. Diseñado por el arquitecto francés Charles Mewès, responsable también del Ritz de París, este hotel ha acogido a más estrellas que el paseo de la fama de Hollywood.
Marlene Dietrich, Elizabeth Taylor, Woody Allen, y hasta Alfred Hitchcock han pasado noches en el María Cristina. De hecho, se dice que Hitchcock escribió parte del guión de Vértigo mientras se alojaba en una de sus suites con vistas al río Urumea. ¿Te imaginas escribiendo un thriller mientras observas el ir y venir de los donostiarras? No es de extrañar que este lugar inspire creatividad.
Cada año, durante el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, el hotel María Cristina se convierte en el cuartel general de las estrellas. Una tradición curiosa es que muchos actores, antes de irse, firman la pared secreta del hotel, un lugar que solo unos pocos elegidos han tenido el honor de ver. Así que, si algún día tienes la suerte de hospedarte aquí, mantén los ojos abiertos; nunca se sabe qué celebridad podrías cruzarte en el ascensor.
San Sebastián no es solo una ciudad para visitar, es una película que se vive en cada calle, en cada edificio. Desde el esplendor de la Belle Époque hasta el glamour del cine, estos cinco edificios emblemáticos de San Sebastián no solo te muestran la historia de la ciudad, sino que te invitan a ser parte de ella. Así que, la próxima vez que pienses en qué visitar en San Sebastián, recuerda que cada rincón de esta ciudad tiene una historia que contar y una escena que interpretar.
¿Te imaginas paseando por el Palacio Miramar como si fueras un personaje de Downton Abbey?
Descansa en el Hotel Zinema7 mientras esperas la llamada para tu próximo gran papel. San Sebastián es un plató de cine donde tú eres la estrella. ¡Acción!
Bienvenidos. Ongi etorri.